Domingo de Ramos
En este Domingo de Ramos, Jesús viene a nuestro encuentro con tanta mansedumbre y humildad. Es aclamado por la multitud, feliz de ver a su rey entrar en su ciudad. Jesús entra en Jerusalén para vivir su Pascua. Allí morirá y resucitará. Esta Jerusalén es un poco como nuestro corazón, nuestra vida. Entra en nuestra casa y es con nosotros que quiere celebrar su Pascua.
Jesús es el Rey humilde que no viene a imponerse ni a exigir cuentas, sino a dar la vida, por amor, sin ningún mérito de nuestra parte. En su Pasión, el Señor se hace muy pequeño, se abaja para que no tengamos miedo de dejarnos encontrar por Aquel a quien ningún sufrimiento humano es ajeno. De hecho, será humillado, maltratado, azotado…
En esta semana santa que se abre hoy con la entrada de Jesús en la ciudad santa, se nos pregunta si queremos darle la bienvenida. No tengamos miedo de presentarnos a él tal como somos, de dejarnos visitar por el amor que derrama en su Pasión. En este camino hacia la Pascua, démosle permiso para que nos ame como Él quiere.
A lo largo de esta Semana Santa, seremos invitados a seguir las diferentes etapas del Misterio Pascual. La muerte de Jesús en la cruz se vivió como un fracaso. Todos lo dejaron. Los apóstoles se encerraron en sus casas por miedo. El único acto de fe provino de un soldado romano: « Realmente este hombre era Hijo de Dios». Sí, Jesús es el Rey que esperábamos. Pero el trono de este rey es la cruz. Por su cruz, Jesús es el Mesías salvador.
¡Esta es la Semana Santa! De nosotros depende hacer todo lo posible para que no pase desapercibida. Para nosotros es el momento más importante del año. Lo viviremos en comunión con los cristianos de todo el mundo, especialmente con los que sufren persecución, en Irak, en Siria, en Nigeria y en todo el mundo. Necesitan nuestra oración y nuestra fidelidad. Juntos miraremos hacia la cruz de Cristo. Es por nosotros y por la salvación del mundo entero que Jesús entregó su Cuerpo y derramó su sangre. Depende de nosotros hacer todo lo posible para que nuestra respuesta sea verdaderamente proporcional a este amor que se nos manifiesta.
Señor, danos fuerzas para seguirte a lo largo de esta Semana Santa. Si morimos contigo, viviremos contigo. Si sufrimos contigo, contigo, reinaremos.