Redipuertas
Población: 29 habitantes.
Altitud: 1.300 m.
CP 24844.
Iglesia Parroquial: Santos Justo y Pastor.
Fiesta: 14 de septiembre.
Cuando parece que el mundo habitable ha terminado, después de ver que la calzada de La Vegarada pierde rumbo y señal, tras los puentes de Cerulleda, damos con un recodo de la carretera, y aparece otro milagro de la piedra: Es Redipuertas, nombre compuesto del celta ´redi´ ( río ) y el ya romance ´puerta´.
No ha de resultar extraño, esta puerta de ríos que resume en sus muros toda una geografía de aguas. Por su izquierda llega el río matriz del valle, que es el Curueño, recién nacido, en las Vegas del Coruñón, por la confluencia de dos regueros, y que alcanza los muros de las casas después de desplomarse por el desfiladero de Los Infiernos, cuya oscuridad y fragor le granjeó este nombre entre los vecinos sobrecogidos. Por la derecha, el río de Faro, con sus orillas que encadenan una deslumbrante sucesión de cascadas, uno de los parajes incontaminados y solitarios de este mundo, cuya salvaje hermosura desafía todos los nombres.
El agua llega hasta el pueblo por el desfiladero de Los Infiernos, en el Curueño, o la cascada espumeante del Saltón, dando sonido al río de Faro, que se desploma de las cumbres.
La historia de su Corral de Concejo, cuyas paredes derruidas forman, camino de la iglesia, un óvalo de casa circular, clara ascendencia celta. Allí se discutían las prendas semanales, se afianzaban ganados sorprendidos fuera de los pastos declarados ´derrotos´, se subastaba el Prado de la Cera, se organizaban las veceras de vacas, en dos especies: La de los ricos, denominada ´La Vecerona´, que era lucida por su número y la humilde ´Vecerina´, de los menos pudientes, que sin embargo no incurrían nunca en mendicidad ni servilismo. De esta última conservamos sus viejos Estatutos, un reglamento de ecuanimidad y de respeto hacia el entorno, imposible de ver al día de hoy.